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Edificio Lonja del Comercio, La Habana. Cuba

  • Estrellas basadas en 6 opiniones
  • San Fransisco Square, Old Havana, Havana City. Cuba
  • Destino: La Habana
  • Abierto: Daily
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En 1907 las actividades habían crecido de tal manera que crean la Lonja del Comercio de La Habana, constituida como sociedad anónima y decidieron levantar un edificio para tales menesteres, con un proyecto del arquitecto español Tomás Mur, quien contó con la colaboración del arquitecto cubano José Toraya Sicre. Los ejecutores de la obra fueron Purdy and Henderson.

La obra se hizo frente a la plaza de San Francisco, en la calle Lamparilla nº 2 esquina a Oficios y ocupaba una pequeña manzana de 2,370 m2, formada por las calles Lamparilla, Oficios, Baratillo y Obrapía, sobre la que construyeron cinco pisos con un área total de 11,851 m2. El edificio es de estructura de acero con entrepisos y techos de hormigón armado. En el frente se usaron bloques fundidos de cemento producidos por la Cuban Concrete Co. La planta baja estaba destinada a almacenes y bolsa, el segundo a oficinas, el tercero a operaciones de la Lonja y los pisos cuatro y cinco fueron alquilados para agentes de aduana y casas importadoras.Tenía como remate una cúpula con una bella reproducción en bronce del Dios del Comercio "Mercurio", obra del escultor italiano Juan de Bolonia. Posteriormente, en el año 1939, se le añade otro piso, manteniendo sus atributos esenciales.

En la década de los años noventa, la Oficina del Historiadorde la Ciudad,asociado con la Corporación Bancaria Española "Argentaria" se unieron para recuperar el vetusto edificio y restaurarlo para su actividad mercantil.

Mapa de Edificio Lonja del Comercio

Edificio Lonja del Comercio se encuentra ubicada en La Habana

La capital cubana es, sin dudas, el destino turístico por excelencia de la mayor de las Antillas. Y dentro de ésta su centro histórico "declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1982" resulta un punto de obligada referencia para cuanto visitante llega a esta urbe, durante siglos considerada la llave del Golfo de México.

Al lejano noviembre de 1519 se remonta la fundación, en su emplazamiento definitivo junto al canal de entrada de una bien protegida bahía, de la villa de San Cristóbal de La Habana, convertida con el tiempo en punto de encuentro de las flotas españolas que trasladaban a la metrópolis las riquezas extraídas de sus dominios en el llamado Nuevo Mundo, y eje fundamental en el comercio y las comunicaciones entre éste y el Viejo Continente.

Semejantes ventajas, derivadas esencialmente de su estratégica posición geográfica, incidieron también de manera directa sobre el ulterior desarrollo de la próspera villa, que comenzó a crecer al amparo de un sistema defensivo sin par en la América hispana y rodeada por una muralla cuya construcción (iniciada en la segunda mitad del siglo XVII y concluida más de 100 años después) se consideró desde su inicio ineficaz y costosa.

El Templete, un pequeño edificio neoclásico inaugurado en 1828, es el sitio donde cada 16 de noviembre los habaneros festejan la celebración de la primera misa y el primer cabildo de San Cristóbal de La Habana, y el punto a partir del cual se inician –por lo general– los recorridos turísticos por el núcleo original de la capital cubana.

A escasos pasos de allí se encuentran la Plaza de Armas, en torno a la cual se levantan el imponente Castillo de la Real Fuerza (1577) –donde hoy se exhibe la colección de cerámica artística más importante de la Isla y sobre cuya torre se erige La Giraldilla, una artística veleta símbolo de la ciudad– y los Palacios de los Capitanes Generales (Museo de la Ciudad) y del Segundo Cabo.

Otras tres plazas y sus edificaciones colindantes despiertan invariablemente el interés de sus visitantes: la Plaza de la Catedral, rodeada por opulentas mansiones; la recién restaurada Plaza Vieja, donde sobresale la casa de los Condes de San Juan de Jaruco; y la Plaza de San Franciso de Asís, aledaña a la iglesia y el convento de igual nombre, en uno de cuyos claustros se encuentra el Museo de Arte Sacro.

Mas caminar por las calles de la Habana Vieja, muchas de éstas aún adoquinadas, representa también la posibilidad de acercarse a más de una docena de museos y estudios-galerías de afamados artistas plásticos cubanos y latinoamericanos; visitar las casas de Benito Juárez, de Asia, Africa, Puerto Rico, de los Árabes (allí se encuentra la única sala para las plegarias musulmanas existente en Cuba) y de Simón Bolívar.

Resulta asimismo interesante visitar la maqueta de esta municipalidad; transitar por la Alameda de Paula, un hermoso paseo construido en la segunda mitad del siglo XVIII; o cruzar la bahía para llegar hasta los ultramarinos poblados de Casablanca, donde se erige el Cristo de La Habana, y Regla, donde se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de la Virgen de Regla, protectora de marinos y pescadores y patrona de la Bahía de La Habana.

El parque histórico-militar Morro-Cabaña lo conforman dos reductos de la magnitud del Castillo de los Tres Reyes del Morro (1630) y la fortaleza de San Carlos de la Cabaña (1774), catalogada en su momento como la obra cumbre del sistema defensivo abaluartado. Precisamente desde esta última fortificación se dispara cada noche, a las nueve en punto, un cañonazo de salva que en llamativa ceremonia rememora los tiempos cuando sendos fogonazos (en horas de la madrugada y al anochecer) constituían la señal convenida para abrir o cerrar las murallas de la ciudad y para colocar o retirar la enorme cadena flotante de madera y bronce que daba acceso al puerto de la villa.

Descubrir la llamada Habana extramuros, sin embargo, resulta tan apasionante como desandar las estrechas calles de la vieja ciudad. La Habana fue creciendo bajo el influjo de las más disímiles corrientes constructivas del orbe y en sus terrenos encontraron espacio el renacentismo, el mudéjar, el barroco y el barroco cubano, el neoclasicismo, el eclecticismo, el art nouveau, el art decó y el pragmatismo.

Así, al otro lado de la inútil muralla aparecieron sitios emblemáticos como el Paseo del Prado, el Gran Teatro de La Habana y el Capitolio, uno de los más espléndidos edificios de la capital y en cuyo interior se encuentra la Estatua de la República, la tercera más alta del mundo bajo techo y a cuyos pies se encontraba el diamante que marcaba el kilómetro cero de la Carretera Central.

Nacieron también el afamado malecón habanero, de unos 12 kilómetros de longitud y considerada la imagen más característica de la ciudad, que enlaza al centro tradicional con la populosa barriada de El Vedado, desde cuyo corazón, La Rampa –zona de magnífica urbanización y arquitectura– puede accederse fácilmente a otros sitios de interés turístico como la bicentenaria Universidad de La Habana, la Plaza de la Revolución y el Memorial José Martí (el más alto mirador de la ciudad, con 138,5 metros de altura sobre el nivel del mar), o la Necrópolis de Colón considerado entre los más importantes del planeta por sus múltiples valores artísticos.

Hacia ambos lados del centro de la urbe existen asimismo puntos de notable interés. En dirección oeste, la Quinta Avenida conduce a la barriada residencial de Miramar, que actúa como órbita del mundo empresarial y de negocios y donde es posible visitar una impresionante Maqueta de la Ciudad. El Palacio de Convenciones, el recinto ferial Pabexpo y el exclusivo Club Habana anteceden a la comunidad turística Marina Hemingway, un lugar apropiado para bucear, practicar la pesca de altura, participar en un seafari a las barreras coralinas, o navegar en un confortable yate acondicionado para la vida a bordo.

Hacia el este de la ciudad y después de atravesar el Túnel de la Bahía, se llega al poblado de pescadores de Cojímar –de peculiar belleza y colorido– que invita a rememorar la prolongada estancia en Cuba del Premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway, quien encontró precisamente allí muchos de los escenarios y personajes de sus obras.

Más de 15 kilómetros de franja costera, arenas finas y aguas azules y transparentes se extienden entre Bacuranao y Guanabo conformando un circuito náutico que los habaneros identifican sencillamente como las playas del este, y en el cual suelen destacar por sus atributos naturales a Santa María del Mar.

También rumbo al este de la capital, a sólo 15 kilómetros del centro, un pequeño pueblo fundado en 1733 a partir de la existencia de aguas minero-medicinales invita a conocer sus valores históricos, arquitectónicos, culturales y naturales: Santa María del Rosario.

Como toda gran ciudad, La Habana es el corazón de la intensa vida política, científica y cultural de la nación. Decenas de museos, salas de teatro y de conciertos, galerías de arte e instituciones culturales tienen su asiento en la ciudad y algunas como el Ballet Nacional de Cuba, la Casa de las Américas, la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, o el Conjunto Folklórico Nacional gozan de enorme prestigio internacional.

Y, por supuesto, es también una urbe donde el buen comer y la diversión tienen un importante espacio en sitios tan conocidos como La Bodeguita del Medio, el Floridita, o el cabaret Tropicana, o en otros menos mencionados, pero que tienen ya un espacio reservado en la preferencia de los millares de turistas que cada año recorren la capital cubana. 

Opiniones
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Opinion sobre Arquitectura: Edificio Lonja del Comercio
Excelente Popa

Lonja del Comercio
Lonja del Comercio: Para la restauración del edificio fue vaciado completamente, se dejo solo en las cuatro paredes del edificio, todo lo demás es viejo. Las claraboyas son un lucernario puesto en paredes como un cierre. Los españoles le llamaban lonjas a los edificios donde se llevaban a cabo la actividad de las compras y las ventas y la palabra viene del catalán ‚’’’lonja, es por eso que las más famosas lonjas del comercio están en la zona de Cataluña ’’’’.

Excelente Doris

Arquitectura habana
El edificio de la Lonja del Comercio se construyó sobre la base de un proyecto del arquitecto, escultor, poeta y dramaturgo español Tomás Mur, en cuya ejecución colaboró el arquitecto cubano José Toraya, este inmueble fue considerado en su tiempo una obra de gran relevancia para la ciudad, tanto por su ubicación como por los adelantos tecnológicos empleados en su construcción, a cargo de la influyente firma norteamericana Purdy & Henderson, radicada en Cuba a partir de 1899. Esta compañía constructora ejecutaría una buena parte de las más significativas edificaciones habaneras del primer tercio del siglo XX: el Centro Gallego, el Centro Asturiano, el monumental Capitolio Nacional. Al igual que en esos edificios erigidos después, en la Lonja se emplearon novedosas estructuras de acero para soportar el peso de las paredes, pisos y techos de los diferentes niveles. En una de las esquinas de la Plaza de San Francisco, se levanta, desde 1909, el edificio de la Lonja del Comercio. Con su fachada principal hacia la Plaza de San Francisco, el inmueble tenía organizadas sus plantas alrededor de un gran patio central, cerrado en su parte superior por la ya mencionada cúpula, a través de la que pasaba la luz y el aire hacia el interior. De esta manera, se garantizaba una excelente ventilación e iluminación naturales de los diversos establecimientos y oficinas que albergaba el inmueble, en correspondencia con su función esencial: la de ser sitio para la confluencia de comerciantes. Con los años, la Lonja fue sometida a numerosas transformaciones y ampliaciones, tanto dentro como fuera. Así, en 1939, se le adicionó una sexta planta; en 1947, se le construyeron tabiques en todos los pisos alrededor del atrio central para crear nuevas oficinas, y en 1952 se creó un entresuelo para dividir el puntal de diez metros que poseía el Salón de Actos. En 1995, la Oficina del Historiador de la Ciudad asumió la primera rehabilitación capital del edificio y el acondicionamiento de sus espacios para modernas oficinas y salones rentables, con todos los adelantos tecnológicos que posee este tipo de instalaciones. Como parte de esta intervención, sobre la sexta planta se insertó un ático retirado de la fachada, con paredes de doble acristalamiento para atenuar los efectos del sol y disminuir los ruidos ambientales. El proyecto incluyó, además, la recuperación y restauración del espacio del atrio central (todo el interior fue transformado, aprovechándose sólo su estructura), de las fachadas exteriores y por supuesto de la cúpula con el Mercurio en lo alto. Desmontado dos veces para su restauración, esta escultura ya había sido víctima de los embates de la naturaleza, cayendo en más de una ocasión a causa de los azotes de un huracán. El 13 de marzo de 2001, la estatua de Mercurio regresó a su lugar original en la parte superior del edificio de la Lonja del Comercio. Mercurio, mensajero de los dioses, con tobillos y cascos alados, dios del comercio y, por extensión picaresca, dios de los ladrones, había sido derrumbado desde la parte superior de la cúpula que cubre el atrio de la Lonja del Comercio cuando, el 14 de octubre de 1999, la fuerza del huracán Irene quebró la estructura que lo mantenía en dicho lugar y lo fragmentó en pedazos. La figura que es hueca, de cobre, construida con chapas muy delgadas, constituye una réplica, con cuatro metros de altura, de la obra original del escultor flamenco Juan de Bolonia (1529-1608) que se encuentra en el Museo del Louvre. Un sencillo sistema mecánico permite que, ante la acción del viento, Mercurio gira en forma lenta debido a su propia masa, nunca como una veleta. El Mercurio de Ciudad de La Habana ha estado coronando el domo de la Lonja desde su inauguración el 28 de marzo de 1909.

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