Castillo de la Real Fuerza, La Habana. Cuba
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- Calle OReilly and Avenida del Puerto, Old Havana
- 1,2,3,4,5,6
- Destino: La Habana
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El Castillo de la Real Fuerza es una de las fortificaciones más emblemáticas de La Habana, Cuba. Situado en el puerto de La Habana, en la zona de la Habana Vieja, fue construido entre 1558 y 1577, diseñado para proteger la ciudad de ataques piratas y corsarios. Es un ejemplo destacado de la arquitectura militar renacentista. Su diseño incluye murallas, torres y un foso. Dentro del castillo se encuentra un museo que exhibe la historia de La Habana y su desarrollo. Vistas Panorámicas: Desde sus murallas, se pueden disfrutar de vistas impresionantes del puerto y la ciudad.
Mapa de Castillo de la Real Fuerza
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Castillo de la Real Fuerza se encuentra ubicada en La Habana
La capital cubana es, sin dudas, el destino turístico por excelencia de la mayor de las Antillas. Y dentro de ésta su centro histórico "declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1982" resulta un punto de obligada referencia para cuanto visitante llega a esta urbe, durante siglos considerada la llave del Golfo de México.
Al lejano noviembre de 1519 se remonta la fundación, en su emplazamiento definitivo junto al canal de entrada de una bien protegida bahía, de la villa de San Cristóbal de La Habana, convertida con el tiempo en punto de encuentro de las flotas españolas que trasladaban a la metrópolis las riquezas extraídas de sus dominios en el llamado Nuevo Mundo, y eje fundamental en el comercio y las comunicaciones entre éste y el Viejo Continente.
Semejantes ventajas, derivadas esencialmente de su estratégica posición geográfica, incidieron también de manera directa sobre el ulterior desarrollo de la próspera villa, que comenzó a crecer al amparo de un sistema defensivo sin par en la América hispana y rodeada por una muralla cuya construcción (iniciada en la segunda mitad del siglo XVII y concluida más de 100 años después) se consideró desde su inicio ineficaz y costosa.
El Templete, un pequeño edificio neoclásico inaugurado en 1828, es el sitio donde cada 16 de noviembre los habaneros festejan la celebración de la primera misa y el primer cabildo de San Cristóbal de La Habana, y el punto a partir del cual se inician –por lo general– los recorridos turísticos por el núcleo original de la capital cubana.
A escasos pasos de allí se encuentran la Plaza de Armas, en torno a la cual se levantan el imponente Castillo de la Real Fuerza (1577) –donde hoy se exhibe la colección de cerámica artística más importante de la Isla y sobre cuya torre se erige La Giraldilla, una artística veleta símbolo de la ciudad– y los Palacios de los Capitanes Generales (Museo de la Ciudad) y del Segundo Cabo.
Otras tres plazas y sus edificaciones colindantes despiertan invariablemente el interés de sus visitantes: la Plaza de la Catedral, rodeada por opulentas mansiones; la recién restaurada Plaza Vieja, donde sobresale la casa de los Condes de San Juan de Jaruco; y la Plaza de San Franciso de Asís, aledaña a la iglesia y el convento de igual nombre, en uno de cuyos claustros se encuentra el Museo de Arte Sacro.
Mas caminar por las calles de la Habana Vieja, muchas de éstas aún adoquinadas, representa también la posibilidad de acercarse a más de una docena de museos y estudios-galerías de afamados artistas plásticos cubanos y latinoamericanos; visitar las casas de Benito Juárez, de Asia, Africa, Puerto Rico, de los Árabes (allí se encuentra la única sala para las plegarias musulmanas existente en Cuba) y de Simón Bolívar.
Resulta asimismo interesante visitar la maqueta de esta municipalidad; transitar por la Alameda de Paula, un hermoso paseo construido en la segunda mitad del siglo XVIII; o cruzar la bahía para llegar hasta los ultramarinos poblados de Casablanca, donde se erige el Cristo de La Habana, y Regla, donde se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de la Virgen de Regla, protectora de marinos y pescadores y patrona de la Bahía de La Habana.
El parque histórico-militar Morro-Cabaña lo conforman dos reductos de la magnitud del Castillo de los Tres Reyes del Morro (1630) y la fortaleza de San Carlos de la Cabaña (1774), catalogada en su momento como la obra cumbre del sistema defensivo abaluartado. Precisamente desde esta última fortificación se dispara cada noche, a las nueve en punto, un cañonazo de salva que en llamativa ceremonia rememora los tiempos cuando sendos fogonazos (en horas de la madrugada y al anochecer) constituían la señal convenida para abrir o cerrar las murallas de la ciudad y para colocar o retirar la enorme cadena flotante de madera y bronce que daba acceso al puerto de la villa.
Descubrir la llamada Habana extramuros, sin embargo, resulta tan apasionante como desandar las estrechas calles de la vieja ciudad. La Habana fue creciendo bajo el influjo de las más disímiles corrientes constructivas del orbe y en sus terrenos encontraron espacio el renacentismo, el mudéjar, el barroco y el barroco cubano, el neoclasicismo, el eclecticismo, el art nouveau, el art decó y el pragmatismo.
Así, al otro lado de la inútil muralla aparecieron sitios emblemáticos como el Paseo del Prado, el Gran Teatro de La Habana y el Capitolio, uno de los más espléndidos edificios de la capital y en cuyo interior se encuentra la Estatua de la República, la tercera más alta del mundo bajo techo y a cuyos pies se encontraba el diamante que marcaba el kilómetro cero de la Carretera Central.
Nacieron también el afamado malecón habanero, de unos 12 kilómetros de longitud y considerada la imagen más característica de la ciudad, que enlaza al centro tradicional con la populosa barriada de El Vedado, desde cuyo corazón, La Rampa –zona de magnífica urbanización y arquitectura– puede accederse fácilmente a otros sitios de interés turístico como la bicentenaria Universidad de La Habana, la Plaza de la Revolución y el Memorial José Martí (el más alto mirador de la ciudad, con 138,5 metros de altura sobre el nivel del mar), o la Necrópolis de Colón considerado entre los más importantes del planeta por sus múltiples valores artísticos.
Hacia ambos lados del centro de la urbe existen asimismo puntos de notable interés. En dirección oeste, la Quinta Avenida conduce a la barriada residencial de Miramar, que actúa como órbita del mundo empresarial y de negocios y donde es posible visitar una impresionante Maqueta de la Ciudad. El Palacio de Convenciones, el recinto ferial Pabexpo y el exclusivo Club Habana anteceden a la comunidad turística Marina Hemingway, un lugar apropiado para bucear, practicar la pesca de altura, participar en un seafari a las barreras coralinas, o navegar en un confortable yate acondicionado para la vida a bordo.
Hacia el este de la ciudad y después de atravesar el Túnel de la Bahía, se llega al poblado de pescadores de Cojímar –de peculiar belleza y colorido– que invita a rememorar la prolongada estancia en Cuba del Premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway, quien encontró precisamente allí muchos de los escenarios y personajes de sus obras.
Más de 15 kilómetros de franja costera, arenas finas y aguas azules y transparentes se extienden entre Bacuranao y Guanabo conformando un circuito náutico que los habaneros identifican sencillamente como las playas del este, y en el cual suelen destacar por sus atributos naturales a Santa María del Mar.
También rumbo al este de la capital, a sólo 15 kilómetros del centro, un pequeño pueblo fundado en 1733 a partir de la existencia de aguas minero-medicinales invita a conocer sus valores históricos, arquitectónicos, culturales y naturales: Santa María del Rosario.
Como toda gran ciudad, La Habana es el corazón de la intensa vida política, científica y cultural de la nación. Decenas de museos, salas de teatro y de conciertos, galerías de arte e instituciones culturales tienen su asiento en la ciudad y algunas como el Ballet Nacional de Cuba, la Casa de las Américas, la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, o el Conjunto Folklórico Nacional gozan de enorme prestigio internacional.
Y, por supuesto, es también una urbe donde el buen comer y la diversión tienen un importante espacio en sitios tan conocidos como La Bodeguita del Medio, el Floridita, o el cabaret Tropicana, o en otros menos mencionados, pero que tienen ya un espacio reservado en la preferencia de los millares de turistas que cada año recorren la capital cubana.
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Castillo de la Real Fuerza
Museo de Armas.
Es la fortaleza mas vieja de la Habana, y la primera fortificación construida por los españoles en Cuba. Ya en 1538 el gobernador Hernando de Soto obtuvo el encargo de parte de la corona española, de construir una fortaleza para proteger el puerto.
La Fuerza (vieja) se encontraba a unos 300 mts al noreste de su posición actual, fue destruida en 1555 al sitiar el poblado el corsario francés Jacques de Sores, el rey Felipe II, en lugar de ordenar su reconstrucción, ordenó una nueva.
El nuevo castillo de la Real Fuerza es comenzado en 1558 por el ingeniero Bartolomé Sánchez, pudiendo ser terminado por el año 1577 bajo el mando de su sucesor Francisco de Calona, maestro mayor de las obras de la fortaleza. Después de su construcción es una de las más seguras de la cuidad, convirtiéndose de 1587 a 1762 (que los ingleses conquistaron la Habana) en la corte oficial de los gobernadores militares españoles. Luego sirvió de cuartel. Después que los españoles se retiran de Cuba en 1899, el gobernador intervencionista norteamericano utilizó la fortaleza como archivo general (1899-1906) posteriormente se convierte de nuevo en cuartel (1906 - 1938) hasta que finalmente son los archivos de la Biblioteca Nacional.
Tiene una extensión de 30 x 30 mts, sus murallas miden 6 mts de espesor, y 10 de alto.
Al principio se encontraba directamente en la entrada del puerto, el único testigo de esto es el foso de agua que lo circunda, (ya que el Malecón fue construido en 1926).
El acceso al castillo es a través de un puente levadizo construido según un proyecto de Bautista Antonelli, ingeniero militar de la cuidad, sobre el portal de la entrada hay un escudo de armas, realizado en 1579 en Sevilla. Desde el patio interior se llega a la Plataforma, esta anteriormente solo era accesible por medio de una escala de cuerda.
El campanario del castillo fue y sigue siendo un símbolo de la cuidad. Construido bajo el gobierno de Juan Bitrian de Viamonte (1630-1634) lo corona una veleta a manera de Giralda. La figura de bronce llamada La Giraldilla o también La Habana, representa a la esposa del gobernador Hernando de Soto. Esta figura mide 2 mts de altura, en su mano izquierda porta la Cruz de la Calatrava, una orden a la cual perteneció como caballero Juan Bitrian de Viamonte, este le encargó la estatua a Jerónimo Martín Pinzón, que la realizó en 1631.
En siglos anteriores la campana de la torre servia para alertar a la población ante el ataque de corsarios y piratas, al producirse incendios y tempestades, lleva la inscripción ¨Gobernador el Mariscal de Campo Don Pedro Alvarez de Villarin¨ año 1706 y en latín Sancte Petre Ora Pro Nobis.
En los recintos internos de la fortaleza se encuentra el Museo de Armas.
La exposición ofrece una visión cronológica de las diferentes etapas del desarrollo de la técnica de las armas en Cuba, desde la comunidad primitiva hasta las armas de fuego de finales del siglo XIX
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