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Excursion Ballet La Habana Saliendo de La Habana

  • Estrellas basadas en 3 opiniones
  • Saliendo Desde: La Habana
  • Destino de la Excursión: La Habana
  • Horas: 2
  • Permiten Niños:
  • Días: 1
  • Mínimo de personas:1
  • Tipo de Excursión: Nocturnas
  • Hora de recogida:20:00:00
  • Descripción: Ballet

    Funciones del Ballet Nacional de Cuba, Baile español, Prodanza, Danza contemporánea y otros espectáculos el Gran Teatro de La Habana García Lorca.

  • Otras Excursiones saliendo de La Habana

  • Ballet se encuentra ubicada en La Habana
  • La capital cubana es, sin dudas, el destino turístico por excelencia de la mayor de las Antillas. Y dentro de ésta su centro histórico "declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1982" resulta un punto de obligada referencia para cuanto visitante llega a esta urbe, durante siglos considerada la llave del Golfo de México.

    Al lejano noviembre de 1519 se remonta la fundación, en su emplazamiento definitivo junto al canal de entrada de una bien protegida bahía, de la villa de San Cristóbal de La Habana, convertida con el tiempo en punto de encuentro de las flotas españolas que trasladaban a la metrópolis las riquezas extraídas de sus dominios en el llamado Nuevo Mundo, y eje fundamental en el comercio y las comunicaciones entre éste y el Viejo Continente.

    Semejantes ventajas, derivadas esencialmente de su estratégica posición geográfica, incidieron también de manera directa sobre el ulterior desarrollo de la próspera villa, que comenzó a crecer al amparo de un sistema defensivo sin par en la América hispana y rodeada por una muralla cuya construcción (iniciada en la segunda mitad del siglo XVII y concluida más de 100 años después) se consideró desde su inicio ineficaz y costosa.

    El Templete, un pequeño edificio neoclásico inaugurado en 1828, es el sitio donde cada 16 de noviembre los habaneros festejan la celebración de la primera misa y el primer cabildo de San Cristóbal de La Habana, y el punto a partir del cual se inician –por lo general– los recorridos turísticos por el núcleo original de la capital cubana.

    A escasos pasos de allí se encuentran la Plaza de Armas, en torno a la cual se levantan el imponente Castillo de la Real Fuerza (1577) –donde hoy se exhibe la colección de cerámica artística más importante de la Isla y sobre cuya torre se erige La Giraldilla, una artística veleta símbolo de la ciudad– y los Palacios de los Capitanes Generales (Museo de la Ciudad) y del Segundo Cabo.

    Otras tres plazas y sus edificaciones colindantes despiertan invariablemente el interés de sus visitantes: la Plaza de la Catedral, rodeada por opulentas mansiones; la recién restaurada Plaza Vieja, donde sobresale la casa de los Condes de San Juan de Jaruco; y la Plaza de San Franciso de Asís, aledaña a la iglesia y el convento de igual nombre, en uno de cuyos claustros se encuentra el Museo de Arte Sacro.

    Mas caminar por las calles de la Habana Vieja, muchas de éstas aún adoquinadas, representa también la posibilidad de acercarse a más de una docena de museos y estudios-galerías de afamados artistas plásticos cubanos y latinoamericanos; visitar las casas de Benito Juárez, de Asia, Africa, Puerto Rico, de los Árabes (allí se encuentra la única sala para las plegarias musulmanas existente en Cuba) y de Simón Bolívar.

    Resulta asimismo interesante visitar la maqueta de esta municipalidad; transitar por la Alameda de Paula, un hermoso paseo construido en la segunda mitad del siglo XVIII; o cruzar la bahía para llegar hasta los ultramarinos poblados de Casablanca, donde se erige el Cristo de La Habana, y Regla, donde se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de la Virgen de Regla, protectora de marinos y pescadores y patrona de la Bahía de La Habana.

    El parque histórico-militar Morro-Cabaña lo conforman dos reductos de la magnitud del Castillo de los Tres Reyes del Morro (1630) y la fortaleza de San Carlos de la Cabaña (1774), catalogada en su momento como la obra cumbre del sistema defensivo abaluartado. Precisamente desde esta última fortificación se dispara cada noche, a las nueve en punto, un cañonazo de salva que en llamativa ceremonia rememora los tiempos cuando sendos fogonazos (en horas de la madrugada y al anochecer) constituían la señal convenida para abrir o cerrar las murallas de la ciudad y para colocar o retirar la enorme cadena flotante de madera y bronce que daba acceso al puerto de la villa.

    Descubrir la llamada Habana extramuros, sin embargo, resulta tan apasionante como desandar las estrechas calles de la vieja ciudad. La Habana fue creciendo bajo el influjo de las más disímiles corrientes constructivas del orbe y en sus terrenos encontraron espacio el renacentismo, el mudéjar, el barroco y el barroco cubano, el neoclasicismo, el eclecticismo, el art nouveau, el art decó y el pragmatismo.

    Así, al otro lado de la inútil muralla aparecieron sitios emblemáticos como el Paseo del Prado, el Gran Teatro de La Habana y el Capitolio, uno de los más espléndidos edificios de la capital y en cuyo interior se encuentra la Estatua de la República, la tercera más alta del mundo bajo techo y a cuyos pies se encontraba el diamante que marcaba el kilómetro cero de la Carretera Central.

    Nacieron también el afamado malecón habanero, de unos 12 kilómetros de longitud y considerada la imagen más característica de la ciudad, que enlaza al centro tradicional con la populosa barriada de El Vedado, desde cuyo corazón, La Rampa –zona de magnífica urbanización y arquitectura– puede accederse fácilmente a otros sitios de interés turístico como la bicentenaria Universidad de La Habana, la Plaza de la Revolución y el Memorial José Martí (el más alto mirador de la ciudad, con 138,5 metros de altura sobre el nivel del mar), o la Necrópolis de Colón considerado entre los más importantes del planeta por sus múltiples valores artísticos.

    Hacia ambos lados del centro de la urbe existen asimismo puntos de notable interés. En dirección oeste, la Quinta Avenida conduce a la barriada residencial de Miramar, que actúa como órbita del mundo empresarial y de negocios y donde es posible visitar una impresionante Maqueta de la Ciudad. El Palacio de Convenciones, el recinto ferial Pabexpo y el exclusivo Club Habana anteceden a la comunidad turística Marina Hemingway, un lugar apropiado para bucear, practicar la pesca de altura, participar en un seafari a las barreras coralinas, o navegar en un confortable yate acondicionado para la vida a bordo.

    Hacia el este de la ciudad y después de atravesar el Túnel de la Bahía, se llega al poblado de pescadores de Cojímar –de peculiar belleza y colorido– que invita a rememorar la prolongada estancia en Cuba del Premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway, quien encontró precisamente allí muchos de los escenarios y personajes de sus obras.

    Más de 15 kilómetros de franja costera, arenas finas y aguas azules y transparentes se extienden entre Bacuranao y Guanabo conformando un circuito náutico que los habaneros identifican sencillamente como las playas del este, y en el cual suelen destacar por sus atributos naturales a Santa María del Mar.

    También rumbo al este de la capital, a sólo 15 kilómetros del centro, un pequeño pueblo fundado en 1733 a partir de la existencia de aguas minero-medicinales invita a conocer sus valores históricos, arquitectónicos, culturales y naturales: Santa María del Rosario.

    Como toda gran ciudad, La Habana es el corazón de la intensa vida política, científica y cultural de la nación. Decenas de museos, salas de teatro y de conciertos, galerías de arte e instituciones culturales tienen su asiento en la ciudad y algunas como el Ballet Nacional de Cuba, la Casa de las Américas, la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, o el Conjunto Folklórico Nacional gozan de enorme prestigio internacional.

    Y, por supuesto, es también una urbe donde el buen comer y la diversión tienen un importante espacio en sitios tan conocidos como La Bodeguita del Medio, el Floridita, o el cabaret Tropicana, o en otros menos mencionados, pero que tienen ya un espacio reservado en la preferencia de los millares de turistas que cada año recorren la capital cubana. 

  • Opiniones
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    Ballet - Nocturnas
    Excelente nelsy

    ballet para respetar
    Ya casi termina el siglo y Cuba continúa siendo centro de atención para el mundo, por diversos motivos. En materia de danza, esta pequeña isla ha demostrado que entrará en el siglo XXI con una escuela de Ballet que se impone a pesar de los pro y los contras. El 28 de octubre de este año, el Ballet Nacional de Cuba inicia la celebración de su aniversario 50, en la Sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana. Para entonces hay grandes expectativas, porque se espera lleguen a nuestro país importantes figuras de la escena internacional y antiguos miembros de la compañía cubana. Aunque aún no se han dicho nombres, los aficionados dan riendas sueltas a su imaginación, que quizás no esté muy distante de lo que pueda suceder a finales de año en esta capital. Ni siquiera el ruso Nikolai Yavorsky se imaginó que aquellas primeras clases de ballet en el escenario del teatro Auditorium pudieran trascender. Nadie pensó que de aquel grupo de jóvenes soñadores surgirían los fundadores de la Escuela Cubana de Ballet, pero la historia es bien conocida. Alberto Alonso fue el primer muchacho que rompió con los prejuicios de la época y comenzó a estudiar en Proarte Musical. Luego su hermano Fernando siguió por ese camino, y al casarse con Alicia Martínez, en 1938, formaron un trío memorable. Por azar de la vida, en 1943 Alicia Alonso se convirtió en punto de atención de los críticos de Nueva York, al sustituir a la máxima bailarina del Ballet Theatre en el rol titular de Giselle. Parecía que el destino del ballet cubano estaba escrito, o, al menos, sus protagonistas ya tenían nombres. Fernando, Alicia y Alberto Alonso fundaron en 1948 la compañía que llevaba el nombre de la gran balerina, y que, por circunstancias muy específicas, reunió en La Habana a un sobresaliente grupo de bailarines del Ballet Theatre de Nueva York. Desde entonces, el nombre de Cuba aparece entre la elite de la danza mundial. En 1950, los Alonso formaron una escuela, y nueve años más tarde reorganizaron el Ballet Nacional de Cuba, al que continuaron sumándose figuras prestigiosas. En 1960, el Concurso Internacional de Ballet de Varna, Bulgaria, descubrió para el mundo lo que luego se conoció como el "fenómeno cubano". A partir de entonces, se comenzó a hablar a nivel internacional de la Escuela Cubana de Ballet, término acuñado por el crítico inglés Arnold Haskell, un hombre que contribuyó en gran medida a la definición teórica de lo que sucedía en la Isla. El genio de nuestros bailarines comenzó a manifestarse por un gusto evidente, lo cubano como hecho estético traía la elegancia heredada culturalmente de sus ascendientes hispanos y africanos. El ballet de Cuba logró un desarrollo inusitado; generaciones como las llamadas "cuatro joyas" o las "tres gracias", además de talentosas figuras masculinas, arrastraban tras de sí a un público eufórico que los seguía en cada función. El espíritu de la danza se apoderó de nuestro país y el ballet se convirtió en Cuba en un arte serio y respetado.

    Excelente raul

    el ballet y alicia
    La Habana, ciudad de paso de grandes figuras del arte, conocía en el pasado de escasos espectáculos de ballet que llegaban de vez en vez y que, incluso, trajeron a estas tierras a estrellas como Anna Pavlowa, además de espaciadas manifestaciones de artistas criollos. Pero la suerte de tener un ballet autóctono, nacional, no llegó hasta el 28 de octubre de 1948. Ese día, en el Teatro Auditorium de La Habana, hoy Amadeo Roldán, surgió el Ballet Nacional de Cuba, primera compañía profesional en la historia del país, que a su nacimiento sólo contó con 16 cubanos entre sus 40 integrantes. La fundación se debió a tres personas que marcarían para siempre la historia de este arte danzaria en la isla: Alicia Alonso, Fernando Alonso y Alberto Alonso, junto a quienes estuvieron bailarines locales y extranjeros procedentes del Ballet de la Sociedad Pro Arte Musical de La Habana (entre ellos Sonia Calero) y del Ballet Theatre de New York, que desde el inicio comprendieron la grandeza de un emprendimiento que en pocas décadas haría del conjunto uno de los mejores del mundo y sentaría escuela. Alicia Alonso: Figura cimera del ballet cubano, imprescindible a la hora de hablar de la historia de este arte en América y el mundo. Estudió en Cuba y en Estados Unidos con eminentes profesores de la School of American Ballet. Inició su carrera en 1938 en Broadway y luego estuvo en el American Ballet Caravan, el Ballet Theatre y el Ballet Ruso de Montecarlo. Su histórico debut en el protagónico de Giselle (1943) y su trabajo junto a coreógrafos como Balanchine, Fokine, Tudor o Agnes de Milles la convirtieron en Prima Balerina Assoluta, rango con el que ha sido estrella invitada de las más famosas compañías en todo el mundo. Sus coreografías han sido incorporadas al repertorio de instituciones como la Scala de Milán, Opera de París, Opera de Viena, Teatro San Carlo de Nápoles y Colón de Buenos Aires. Ha recibido numerosas distinciones en Cuba y el extranjero. Incomprensiones, desatención oficial, estrecheces y enfrentamientos a los gobernantes de la pseudorrepública no fueron ajenos al ballet, como tampoco al resto de las manifestaciones culturales siempre que buscaran la verdadera cubanía y la nacionalidad. Grandes esfuerzos y un amor a la danza por encima de todo permitieron que la compañía se abriera camino y se presentara en los más disímiles lugares de Cuba y en salas de Latinoamérica y Estados Unidos. En 1950, con medios propios y una exigua ayuda económica arrancada al Estado por gestión de la Federación Estudiantil Universitaria y sectores progresistas e intelectuales, se crea la Academia de Ballet Alicia Alonso, que formaría una nueva generación de bailarines e incrementaría la presencia de cubanos en la compañía. Se forjó aquí un serio trabajo pedagógico que, tomando elementos de las escuelas existentes y moldeándolos con las características de la cultura cubana, la tradición danzaria, el clima, el carácter y la idiosincrasia locales, llevaría a lo que es hoy la Escuela Cubana de Ballet. De esa valioso trabajo saldrían figuras como las llamadas cuatro joyas (Mirta Plá, Aurora Bosch, Loipa Araujo y Josefina Méndez), Ramona de Saá, Laura Alonso, Menia Martínez, Joaquín Banegas y Adolfo Roval, imprescindibles en la historia del ballet cubano. Entre 1948 y 1956, el Ballet de Alicia Alonso (llamado ya Ballet de Cuba), realizó una labor de difusión de la cultura nacional y consolidó una línea coreográfica en la que no faltaban clásicos y contemporáneos. En 1956, negándose a servir de eje propagandístico al régimen del dictador Fulgencio Batista, la compañía perdió la escasa subvención estatal y, tras una gira de protesta por todo el país, recesó sus actividades, pero se mantuvo activa en aulas y salones. En 1959, la ley 812 del gobierno revolucionario garantizó su definitiva existencia, todo el apoyo material necesario y el reconocimiento artístico y social. Dos años después, ya reorganizado, el Ballet Nacional de Cuba se dio a la tarea de crear la Escuela Nacional de Ballet, que desde 1966 ha sido cantera de figuras de alto nivel como Marta García, Ofelia González, Jorge Esquivel, Amparo Brito, Lázaro Carreño, Fernando Jhones, María Elena Llorente, Orlando Salgado, Rosario Suárez, Jorge Vega, Andrés Williams y José Zamorano. Las últimas generaciones incluyen a bailarines que siguen esa tradición de altísimo arte, entre ellos Carlos Acosta, Rolando Candia, Alihaydee Carreño, José Manuel Carreño, Lourdes Novoa, Lienz Chang y Lorna Feijoó. Entre los coreógrafos, cabe destacar a Gustavo Herrera, Alberto Méndez e Iván Tenorio. En el panorama danzario de la isla tampoco ha faltado la danza moderna. Existe, además, una compañía de danza folklórica. Los conjuntos Danza Contemporánea de Cuba y Folklórico Nacional han cosechado también grandes éxitos y cuentan con figuras y coreógrafos de renombre. Existen otras muchas agrupaciones, como el Ballet de Camagüey (danza clásica); Retazos, Danza Abierta (de Marielena Boán), Danza Combinatoria, Estudio Academia de Danza Narciso Medina, Teatro de la Danza del Caribe (Santiago de Cuba), Danza Libre (Guantánamo), Codanza (Holguín), Danza del Alma (Villa Clara) y Danza Espiral (Matanzas).

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