Cayo Largo es como un lagarto dormido en medio del Caribe. Con la magia natural de su trazado, tiene la gracia de su asombrosa belleza: aguas transparentes y tranquilas, coloreadas con los azules más diversos, arenas blancas finísimas permanentemente frescas y un cielo siempre turquesa.
Hoy todo permanece como en sus orígenes. Aquí las vacaciones son sinónimo de espontaneidad y goce. Quedan atrás las etiquetas y se vive bajo el signo de lo natural. Cayo Largo, enriquecido por historias y leyendas, complace a todo el que lo visita. Lo escogen no solo por el calor humano que desborda de cada uno de sus trabajadores, sino por la excelente y cuidada naturaleza que recuerda que "en un principio todo fue así…"